El autocuidado: una asignatura dura de pelar

El autocuidado. ¿Os suena este concepto? ¿Quién no se ha hecho la pregunta una y otra vez: “¿Por qué me cuesta tanto encontrar ese “momento para mi?” “¿por qué no me pongo más a menudo en primer lugar?”

Cuando lo conseguimos, es verdad que la mayoría de nosotras lo disfruta y siempre decimos en alto: “TENGO QUE HACER ESTO MÁS A MENUDO”. Pero, cuando retomamos nuestras rutinas habituales, ahí se quedó: en un propósito que raras veces se repite con la frecuencia que nos gustaría.

Pero voy a retroceder un paso y me voy a centrar en el significado de este concepto para quienes no lo conozcan, o bien hasta ahora no sabían a qué se refiere realmente.

¿En qué consiste? pues en realidad va más allá del CUIDARSE EN SÍ (alimentación, ejercicio, manejo del estrés diario,…). Es incluso más simple: parar, ser consciente de nuestras necesidades básicas y practicar más la compasión con una misma.

Vamos prácticamente todo el día en piloto automático y nos olvidamos de cosas tan simples como: ¿ir al baño? ¿acabarte ese vaso de agua que te estabas bebiendo? ¿devolver una llamada?

Un gran comienzo para el auto-cuidado es tomar conciencia de esas cosas tan “triviales” y desde ahí, podremos ir integrando actividades para nosotras mismas que ya no tendremos la necesidad de posponer o de buscar “el hueco” para hacerlas.

El concepto lo tenemos entendido como algo puntual, pero en realidad no lo es. Se trata de una práctica y es mucho más sencilla de lo que crees. El primer paso de todos es tomar conciencia en los momentos en que el auto-cuidado debe de ponerse en práctica. Para hacértelo fácil, voy a listarte unos ejemplos para que elijas uno e intentes practicarlo a partir de ahora. Me encantaría que me contactáseis para explicarme qué tal os ha ido:

  1. No te compares con nadie. Céntrate en lo única que eres tú y lo que tienes que otr@s no, ¡esa es tu diferencia! Guárdate la energía para tí
  2. Olvida las opiniones de los demás. Esto no es un mantra, es una realidad como un templo. Agradar a todo el mundo es imposible, así que “gracias por tu opinión, Adiós”
  3. Permítete equivocarte. Esto es retador porque si eres auto-exigente cuesta, pero un gran paso para ir desprendiéndote de esa losa es darte cuenta cuando eres dura contigo misma: automáticamente, algo se suelta. Es un comienzo.
  4. Libérate de personas tóxicas. Que no te dé miedo sacártelas de encima, normalmente es gente con un problema que ELL@S mism@s deben resolver. No es tu responsabilidad y oye, ¡cómo pesa esa mochila!
  5. Acepta tus miedos e inseguridades. Son humanos. Si los escondes, los haces más grandes y poderosos. Vale, están ahí y los voy a entender no forzar a hacerlos desaparecer. Aceptarlos como parte de tí hace que vayan desapareciendo poco a poco.
  6. Confía en tus decisiones. Tú eres quien más se conoce a sí misma, tus sentimientos son válidos, siempre.
  7. Primero tú. Recuerda que cuando haces algo para tí, te sientes TAN BIEN, que eres mejor para los demás.
  8. Intenta ver lo bonito de cada cosa. A veces no sabes por dónde empezar pero basta con estar en el salón de tu casa y observar con conciencia cómo la tienes decorada. Seguro que nunca te habías fijado lo bien que quedan esas flores en ese jarrón, que TÚ escogiste.
  9. Cáete bien. Practica hablar bien de tí misma; celebrar que has tomado una buena decisión o lo bien que se te da algo no tiene que darnos vergüenza ni apuro.
  10. Recapitula. Si no al final del día, al final del mes dedícate a hacer una lista con cosas que hayas conseguido. Aunque sean de pequeño alcance: como por ejemplo haber hecho reír a tu padre o a un amigo. Hacer balance de lo que una hace bien es muy reconfortante y te hace sentir poderosa.

Otros artículos